domingo, 13 de septiembre de 2009

Hay veces... II

De todas las formas de discriminación, la más inadvertida consiste en negar en el otro (cualquier otro) la capacidad de ejercer la maldad. Las otras formas, las que se basan en el color de la piel, en el color de los ojos o la forma de la nariz, al menos no ocultan su violencia bajo un manto de supuesta caridad; al menos se les puede combatir de frente. Pero la ayuda tranquilizadora-de-conciencias que supone bueno a todo el que sufre, niega al otro el derecho de ser un igual: tan malo, tan bueno, tan complejo...

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