martes, 22 de septiembre de 2009

Cuestión de elegir

Hay maneras y maneras de perder calidad de vida. Se diría, por ejemplo, que una persona que solo tiene que hacer trabajo físico y al que se le ha negado el acceso a toda la producción intelectual que su especie ha generado (y al que tiene derecho por el mismo hecho de pertenecer a esa especie), tiene poca calidad de vida. Si una persona no ha podido aprender a leer y a escribir, si no puede también disfrutar de la vida intelectual, se diría que se le ha afectado su calidad de vida. El lado contrario me parece igualmente digno de compasión: una persona a la que, con tales o cuales argumentos, abiertos o velados, se le ha convencido de pasar los días encerrado en una oficina o cubículo, clavando los ojos en una sola cosa, con evidente torpeza corporal y sin nigún acceso a una vida "física"; diría yo que también ha perdido en igual proporción su calidad de vida, solo que perderla de esta última forma resulta mucho más prestigiosa, hasta te dicen "licenciado" y además pagan mejor si eliges esta manera de perder calidad de vida. Otra vez, todo es un asunto de prestigio, pero de que ambas son formas de perder calidad de vida dignas de compasión, lo son.

2 comentarios:

  1. Ora sí que no. Y Marx está de acuerdo conmigo. Es demasiado temprano en sábado para argumentar el punto pero te lo jurito que un día lo haré.

    No es una poesía gota a gota pensada
    no es un bello producto no es un fruto perfecto
    es lo más necesario lo que no tiene el hombre
    son gritos en el cielo
    y en la tierra son actos

    La poesía, la buena, siempre surge del golpe de algo, del martillo, del machete, del hacha, de la mano del metate, del giro del molino...

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  2. Parto más bien de la propia opinión de los que viven del golpe del hacha y del martillo, pero sí, habría que discutirlo...

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